viernes, 15 de julio de 2011

Observé...

Mi alrededor y supe que era lo que debía haber visto, el mejor tiempo, el momento indicado, agradecí a la vida por abrir los ojos, por sentir la salud y la enferemedad al mismo tiempo, esos sincretismos que pasan tan constantes, sentir la felicidad y el llanto, sentir la profundidad de la conmoción y llenarte de hastío cuando simplemente te entregas todo y no recibes nada, por lo menos en ese momento, pero sabes hay una esperanza en el porvenir. Desde hoy he tomado una perspectiva nueva, he vuelto a declarar que daré sin esperar nada a cambio, que simplemente ese entregarse desinteresadamente y amar, es lo que permanece, es lo que cierra la boca de los necios, es aquello que vuelve la mirada a los soberbios, porque es un acto de humildad, que hace tan luminoso a quién nada más pretende poner en práctica el absoluto divino, una creencia que va más allá de simples dogmatismos, se basa en una dosis de bendiciones y una relación que es verdadera y que trasciende por la eternidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario