El día de hoy iba caminando a prisa, traer un montón de ropa en mi bolsa, casi a punto de reventar, andar de falda con el viento excesivo y tratar de mantener la calma, ante una presentación a media hora de empezar, fue algo un poco desperante en ese instante.
Luego una vocecita: Tijuana ¿cómo has estado?, me remontó a mis épocas cuando era apodada de esa forma, cuando aún tenía en mi plan ese regresar a ese sitio, pensaba que ahí iba a consolidarme, aunque para ser honesta jamás me gustó la zona.
Comencé a recordar la voz de mi amiga Celina, quién siempre me decía en clase de TV... Tijuana vente para acá, con el Paquito Luján, puro relajo entre los dos compas, luego nos fuimos a grabar un par de Dualidades entre los mochos y los antreros, recuerdo como el día de ayer, Fer y yo sacando toda una entrevista con un batillo que se decía Fraile, cuando se le veía cara de dormido y cero social.
El espanto que nos ocurrió cuando al ir en la noche, el Paquito le empezó a acelerar en la Recta Cholula y seguían repitiéndome: Tijuana Tijuana, al parecer jamás se aprendieron mi nombre. He de decir verdad, que el día de hoy que escuché mi apodo, pensaba ¿cuándo fue la última vez que me reflejé en el aire?
Ahora sólo quiero dejar volar mi imaginación, que raro añorar Tijuana, cuando en realidad, fue parte de una distorción moral personal y un par de cigarros baratos-revolcados en café.
No quiero decir más... simplemente, aún no es tiempo de volver.