
Sin querer he comenzado a dudar de mi mismo, no encuentro razón para sentirme ermitaño, más la emoción está latente, se ubica desde mi interioridad, se sujeta a lo externo, pronuncia, aclama, resplandece, se envanece, de vez en cuando está difuminda; sin embargo, mi voz hoy grita hacia dentro, se enloquece esperando otra escena, tal vez de éxtasis, de poca cordura, más a la vez reclama un poco de cabeza, para contemplar la grandeza de tu amor, de tu luminosidad, de esa ternura que únicamente se quedó en un momento.
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